Concluyó una edición más de la Semana de las Juventudes, evento que recibió durante 7 días de pláticas, talleres y conciertos a más de 300 mil personas, consolidándose así como uno de los festivales gratuitos más importantes de Latinoamérica.

Por definición, la juventud suele asociarse con la edad física de una persona, pero a veces esta palabra va más allá y puede aplicarse al alma misma, que bien llevada, se convierte en símbolo de que aún hay muchas cosas por aprender, decir, hacer y sobre todo, cambiar. Algunos de estos conceptos quedaron plasmados en la más reciente edición de La Semana de las Juventudes, organizada por el Instituto de la Juventud de la Ciudad de México (INJUVE), pues no solo se limitó a ofrecer entretenimiento a los jóvenes de la capital como cada año, los artistas que se presentaron durante los tres días de conciertos tenían algo que decir más allá de la música.

El complicado clima político y social que vive el país desde hace por lo menos 50 años, se ha agudizado una vez más debido a los recientes sismos que sufrió México; sin embargo, la juventud ha respondido de una forma que no todos esperaban, logrando ser pieza clave en este proceso de reconstrucción que necesitamos. Así lo expresaron muchos de los más de 50 músicos de todo tipo de ritmos que estuvieron exponiendo su propuesta musical en los escenarios de Plaza Santo Domingo y Zócalo los pasados 10, 11 y 12 de noviembre.

El día viernes sirvió para que más de 120 mil personas llenarán desde las 5 de la tarde la plancha del Zócalo y calles que lo rodean, con el fin de ver por primera ocasión un concierto en esta plaza de la legendaria banda Caifanes, quienes con un set muy completo y nostálgico que incluyó danzantes prehispánicos y un sentido homenaje a las victimas del 19S, celebraron de rodillas ante su público sus 30 años de trayectoria, interpretando temas como "Viento", "Miedo", "Mátenme porque me muero", "De noche todos los gatos son pardos" y "La Negra Tomasa". Durante esta presentación se reportaron altercados entre jóvenes y elementos de seguridad que afortunadamente no pasaron a mayores, pero que obligaron a retrasar por media hora el inicio del concierto.

Para el día sábado, la afluencia de gente no fue menor y desde temprano, bajo un sol radiante, el primer cuadro de la ciudad era una ida y venida de gente que observó a los primeros en la cartelera: Johnny Nasty Boots, Marcela Viejo, Charlie Rodd, Cerberus y Ely Guerra, quien sensual y de hermosa voz, se presentó a piano y voz con un set muy corto pero exquisito en el que se dio tiempo para imaginar que sería de nosotros si no tuviéramos al presidente que tenemos. Le seguiría Chetes, Dorían, La Gusana Ciega y División Minúscula con un show que aceleró a todos por más de una hora, y que se fue al éxtasis con el tema "Sismo". Finalmente, luego de un sorprendente bajón de público, El Tri de Alex Lora apareció con bandera de México en una mano y mascara de Trump en la otra para interpretar el Himno Nacional y posteriormente ofrecer un show de hora y media en el que su "domadora" alzó la voz contra los feminicidios. La noche terminaría convertida en un rave con la aparición de Fatboy Slim, quien le subió el volumen a los beats y puso a bailar a todos los que no desaprovecharon la oportunidad de ver de este forma a una verdadera leyenda de la música electrónica mundial.

Para el día domingo la asistencia descendió considerablemente, pero los presentes, que sobrepasaban la mitad de la plancha, gozaron de un buen lugar para ver a Sergio Arau, Banda Bastön y Doctor Krapula, quienes fueron de los más ovacionados, además del Sonido Gallo Negro y su extenso set de cumbia dark. El plato fuerte de la noche: Illya Kuryaki And The Valderramas y Plastilina Mosh, fueron los encargados de ponerle ese toque final a una festividad que una vez más fue un éxito y que, por fortuna, recientemente se ha declarado inamovible para la siguientes administraciones.

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