Zoé volvió a llenar el Estadio GNP por quinta noche, y lo hizo con la misma energía, emoción y complicidad que los ha acompañado durante toda su carrera. Lo de anoche no fue solo otro concierto: fue una reunión entre una banda y su público que se conocen de memoria.

Desde que arrancaron con ‘Memorex’ y ‘Vinyl’, el ambiente se encendió. El público de todas las edades, cantó desde el primer acorde, marcando un tono que no bajó en toda la noche. Cuando llegó ‘Vía Láctea’, el estadio ya estaba completamente entregado, coreando cada palabra con fuerza y emoción.

El recorrido musical fue una mezcla equilibrada entre nostalgia y actualidad. Canciones como ‘Corazón atómico’, ‘Mrs. Nitro’ y ‘Nunca’ mantuvieron la energía arriba, mientras que temas como ‘Paula’ y ‘Triste Sister’ trajeron ese toque melancólico que tanto conecta con la gente.

A mitad del concierto, el ritmo bajó con ‘Paz’, ‘Solo’ y ‘Veneno’, momentos en los que se sintió una conexión especial: miles de luces de celulares encendidas y un coro masivo que acompañaba cada palabra.

El cierre fue una seguidilla de clásicos que desataron toda la nostalgia: ‘Arrullo de estrellas’, ‘Labios rotos’, ‘Azul’, ‘Hielo’, ‘Luna’, ‘Soñé’ y ‘Dead’. En cada canción, el estadio completo cantó al unísono, demostrando que el vínculo entre Zoé y sus fans no se ha desgastado con el tiempo, sino que se ha vuelto más fuerte.

León Larregui, con su estilo tranquilo y agradecido, se limitó a decir unas pocas palabras entre canciones, pero no hacían falta discursos: el intercambio de energía entre banda y público decía todo.

Cinco noches agotadas seguidas no son casualidad. Zoé logró crear una experiencia que combina memoria, emoción y una producción impecable. Más que un concierto, fue una celebración de todo lo que su música ha significado para quienes los han seguido desde hace más de veinte años.