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Reseña The Libertines en Pepsi Center

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The Libertines en Pepsi Center


The Libertines en el Pepsi Center: Una noche de himnos, euforia y guitarras con alma.


La Ciudad de México fue testigo de una noche que quedará tatuada en la memoria colectiva de una generación que creció entre la decadencia poética y el caos glorioso de The Libertines. En el Pepsi Center, la banda británica ofreció un concierto poderoso, emocional y profundamente nostálgico, donde cada acorde fue una daga directa al corazón.


Fueron años de espera, anhelo y rumores, hasta que finalmente, la mítica banda londinense regresó a los escenarios mexicanos. La emoción era palpable incluso antes de que sonara la primera nota, y cuando las luces se apagaron para dar paso a ‘The Saga’, el público explotó en una ovación largamente contenida. Lo que siguió fue un viaje frenético e inolvidable por los momentos más brillantes y caóticos de su discografía.


Con ‘The Delaney’ y "What Became of the Likely Lads’, la banda desató una avalancha de gritos, lágrimas y cerveza volando por los aires, mientras Pete Doherty y Carl Barât, cómplices eternos, volvían a encender la llama de una era dorada del indie rock.


El repertorio fue una mezcla cuidadosamente armada de joyas de culto y nuevos experimentos. Canciones como ‘Boys in the Band’, ‘Death on the Stairs’ y ‘Up the Bracket’ provocaron saltos sincronizados, empujones festivos y abrazos entre desconocidos, mientras los riffs estridentes gobernaban cada rincón del recinto.


La emoción se volvió palpable en temas como ‘What Katie Did’, ‘You're My Waterloo’ y ‘Music When the Lights Go Out’, momentos íntimos donde la banda se permitió bajar la intensidad para dejar que las letras hablaran con una honestidad brutal. El corazón de la audiencia latió al ritmo de los acordes, como si cada palabra cantada por Pete fuera también suya.


Pero uno de los momentos más entrañables de la noche llegó de forma inesperada, cuando después de una pausa emotiva, el recinto entero estalló en un espontáneo y multitudinario ‘Happy Birthday’ para Carl Barât, quien celebraba un año más de vida esa noche. Pete lo abrazó mientras sonreía con complicidad, y por unos segundos, el escenario se transformó en una fiesta íntima entre amigos de toda la vida. Carl, llamado en ese momento como ‘Carlos’ visiblemente conmovido, agradeció con humildad, y el público respondió con ovaciones que parecían no tener fin. Fue un instante de pura conexión, de cariño genuino, donde la música se detuvo para rendir homenaje a uno de sus protagonistas.


El show no escatimó en rarezas: ‘Night of the Hunter’, ‘Mustangs’ y ‘Baron's Claw’ mostraron una banda que aún tiene mucho que decir, con nuevos matices que conviven con su esencia cruda y melancólica.


El encore fue la culminación de un ritual: ‘Man With the Melody’, ‘Gunga Din’ y ‘Songs They Never Play on the Radio’ fueron la calma antes del huracán final. Con ‘Time for Heroes’ y la inevitable ‘Don't Look Back Into the Sun’, el Pepsi Center se convirtió en un coro unísono, gritando hasta desgarrarse, como si el tiempo no hubiera pasado desde aquellos años de guitarras sucias y sueños rotos.


The Libertines no ofrecieron solo un concierto, ofrecieron una catarsis colectiva. Una noche de comunión entre fans y banda, de recuerdos compartidos y esperanzas renovadas. Una noche donde la nostalgia no fue tristeza, sino celebración. Una noche donde las guitarras sonaron, hablaron y todos rendimos himno.










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